Sobre mi
Mi nombre es Tania Saud Osnovikoff, soy chilena, y he vivido toda mi vida en Santiago, Chile.
Tengo dos profesiones, las que me he dedicado con pasión a ejercerlas.
A los 23 años me gradué como ingeniero comercial y trabajé por más de 14 años en ello. Pero desde la infancia fuí gestando problemas de salud, los que a los 37 me hicieron parar, porque literalmente, mi cuerpo ya no daba más de dolor.
Probé todo, visité a una infinidad de profesionales de la salud de distintas especialidades y rubros, pero no encontré a nadie que, en ese momento, pudiera ver donde estaba la raíz de lo que me pasaba y pudiera guiarme para sanar y poder salir adelante.
Mi salud me llevó a estudiar nuevamente, y a replantearme mi estilo de vida y alimentación, porque ahí tenía que estar la respuesta. Era imposible que solo mi genética tuviese la culpa de que a tan temprana edad yo ya tuviese dolor crónico, tiroiditis de hashimoto, prediabetes, y miles de problemas intestinales, que habian comenzado a aparecer desde que tenía 12 años.
Y poco a poco, con paciencia y perseverancia, los dolores crónicos comenzaron a desaparecer.
Mi piel, que se llenaba de granitos, ya se veía lisa. Mi pelo que se caía por montones, ahora volvía a tener vida. Mi intestino comenzaba a responder sin pastillas. La prediabetes, que me hacía vivir con hambre, sed y antojos, ya comenzaba a remitir.
Por eso hoy me didico a ayudar a quienes quieran mejorar su salud, su alimentación o su estilo de vida. Ayudar y acompañar con un enfoque integral, buscando la raíz o el origen de nuestros problemas de salud, que en la gran mayoria de los casos está en el intestino.
Y soy una eterna aprendiz, me encanta estudiar y profundizar en lo que hago. Tomo cursos, capacitaciones y diplomados, porque quiero ser un aporte para quienes se atienden conmigo, y de cada paciente, también aprendo y crezco profesionalmente.
¿Es hoy mi salud perfecta? No, siempre nos pasarán cosas, sobretodo con el paso de los años, pero podemos adquirir herramientas, mejorar nuestra alimentación y estilo de vida, para modificar los genes a nuestro favor, de tal manera de lograr nuestra mejor versión de salud.
Todo comienza en mi intestino.
Ya te conté un poco de mí en la pestaña anterior.
Desde los 12 años comencé a tener problemas intestinales. Mi primer diagnóstico fue sindrome de intestino irritable. Luego me diagnosticaron (erróneamente) enfermedad inflamatoria intestinal, y comencé a tomar medicamentos para una enfermedad que nunca tuve.
Era una niña tímida, tremendamente matea, y muy delgada.
Pero al entrar a la universidad comencé a subir de peso. Pasé de hacer deporte todos los días y caminar al colegio, a una vida 100% sedentaria.
Comencé a hacer dietas en la era de el terror a las grasas, donde el consejo era evitar al máximo cualquier tipo de grasa. Y yo, matea con los consejos de la nutricionista, no comía ninguna grasa. Al punto de en aliñar las ensaladas sólo con limón, y no comer nunca más palta, que amaba.
Y en vez de comer alimentos naturales, preferia todo lo que dijera light, bajo en calorías o bajo en grasas.
Pasaba de una dieta a otra, y luego de bajar, volvía a mi peso anterior o más, pero con un metabolismo más lento y con más ansiedad de comermelo todo, después de todo lo que me había privado.
Yo no me daba cuenta, pero mi salud comenzó a deteriorarse poco a poco.
Luego apareció la pre diabetes, la tiroiditis de hashimoto, y posteriormente la diabetes gestacional en mis dos embarazos. Sumado a eso, tenía cada vez más problemas intestinales y vivía en la dermatóloga, porque mi cara se llenaba de granitos.
Años más tarde, cuando tenía 33 años, y de un día para otro, comencé con un dolor, que poco a poco se fué cronificando.
Ese dolor crónico fue el iceberg con el que chocó mi vida, que me hizo parar después de casi 4 años, deambulando entre distintos especialistas, sin un diagnóstico claro.
El no encontrar respuestas y una solución que fuese más allá de los fármacos para silenciar cada una de las enfermedades y padecimientos que tenía, fue lo que me llevó a volver a estudiar. Yo no me iba a resignar a vivir más de la mitad de mi vida con dolores y enfermedades crónicas.
Lo que nadie nunca me dijo fue que detrás todo lo que yo tenía, había un denominador común: la inflamación crónica. Ese paraguas que abarca tantas enfermedades unidas por una inflamación sistémica que se va desarrollando poco a poco.
Mi mala alimentación basada en ultra procesados, la falta de grasas saludables,
el mal manejo del estrés, sumado a los problemas que se originaban en el intestino, habían ido construyendo este tremendo iceberg que sólo fuí capaz de ver después de años de estudio.
8 años después de ese iceberg, y adoptando un estilo de vida antiinflamatorio, ya no tengo dolor crónico, no me duelen las articulaciones ni los músculos. Ya no tengo resistencia a la insulina. Y ya sané mi tiroides.
No sólo cambió mi salud, también mi piel, y siento que a pesar de estar 8 años mayor, no seguí envejeciendo al ritmo acelerado al que me había llevado la inflamación crónica.
Un doctor (entre los miles que vi en esos años) me dijo: “¿Te doy un consejo? , Si ya llevas un año con dolor crónico, no sigas paseándote por más doctores, mejor anda a un psiquiatra, porque lo que tienes que trabajar hoy es aceptar que el dolor crónico será parte de tu vida”.
Gracias doctor por haberme dado el impulso para haber hecho todo lo contrario : Sanar y dedicarme hoy a ayudar a personas a conseguir lo mismo ❤️
Mis estudios:
– Ingenieria comercial, Universidad de los Andes
– Coach ontológico, Newfield Network
– Integrative Nutrition Health Coach, IIN NY
– Gut Health certificate, IIN NY
– Microbioma en la práctica clínica